PASO 1
Sacar las alcachofas del frasco y escurrirlas. Cortarlas muy finas. Reservar el caldo del frasco. Mientras, echar aceite en una sartén de fondo grueso, freír el jamón y retirarlo.
PASO 2
Para hacer la bechamel, calentar la leche y el caldo en una cazuela y mantenerlos hirviendo. Poner a fuego fuerte la sartén con el aceite del jamón y, cuando comience a humear, echar la harina y revolver. Cuando la harina esté dorada, bajamos el fuego y añadimos poco a poco la mitad del líquido de las alcachofas y la mantequilla, sin dejar de revolver. Cuando empiece a espesar, subir el fuego y añadir el resto del caldo de las alcachofas. Cuando espese del todo, añadimos las alcachofas y el jamón, lo mezclamos y lo mantenemos a fuego lento durante 3 o 4 minutos. Salpimentamos y rallamos un poco de nuez moscada por encima. Echamos la bechamel en una fuente baja y la dejamos enfriar, primero a temperatura ambiente y luego, en el frigorífico cubierta con papel film. De esta forma, la capa exterior no se reseca. Hay que tener en cuenta que hacer bechamel casera para croquetas requiere más cantidad de harina que si se tratase de una salsa fluida. A menudo, si no revolvemos de manera constante durante todo el proceso, suelen salir grumos. Una solución rápida para evitarlos es pasarle la batidora mientras la estamos haciendo. Así quedará muy fina y engordará con más facilidad.
PASO 3
Cuando la masa esté totalmente fría, debemos dar forma a las croquetas rápidamente. Lo mejor es meterla en una manga pastelera e ir cortándolas.
PASO 4
Para empanarlas, las pasamos primero por huevo batido, y después, por pan rallado. Finalmente, las freímos en abundante aceite caliente y las secamos colocándolas en una fuente cubierta con papel de cocina absorbente. Lo mejor es servirlas recién hechas.