Esta semana, me apunto otro tanto. Han sido días intensos, a rebosar de trabajo, reuniones, planes… pero he cumplido todo lo que me propuse, hasta ir a un par de clases de pilates. ¡Y el tiempo se ha mantenido precioso!
Además de haber hecho una buenísima presentación el martes, el miércoles conseguí que Laura probara el tomate frito de Gvtarra en las pizzas que cocinamos. Está acostumbrada a utilizar esos que contienen muchísimos azúcares añadidos, por no hablar de que gran cantidad de esos envases, incluso la propia producción, son muy contaminantes. Y ella siempre me responde que quizá yo lo he tenido fácil porque aprendí a comer verdura, de la mano de mi abuela. En parte es verdad, claro, pero los hábitos se educan. Hay que probar, mejorar. Le llevé un bote de tomate de Gvtarra, y salieron unas pizzas extraordinarias. Le encantaron.
Pero ocurrió algo todavía mejor. Cómo me gusta descubrir cosas maravillosas a la gente que quiero…
El sábado, venían los padres de Juan desde Sevilla para visitarnos. Me avisó hace tiempo, pero con una semana tan intensa, no había encontrado hueco para planificar nada, y pensaba proponerles ir a un restaurante. Pero querían ver la casa, y a Juan le hacía ilusión que comiéramos en la terraza, que está preciosa ahora. Entonces se me ocurrió una idea brillante. En la despensa tenía guardados unos botes de alcachofas de Gvtarra, unos espárragos blancos, y recordé que me habían hablado de que en tempura están increíbles. Así que busqué una receta y solo tuve que seguir las instrucciones, bastaba con las verduras, un poco de harina, huevo y aceite, vaya, lo que tengo siempre en la despensa. Luego, cogí un tomate de Tudela que me trajo mi madre, lo corté en rodajas y lo aliñé con aceite de ajo y sal de escamas. Finalmente, añadí unas pencas rebozadas de Gvtarra que también tenía almacenadas en la despensa. Eso, un buen vino, y quedé genial.
Juan estaba contento, y sus padres más, que querían probar la verdura de Navarra desde hacía tiempo. Pero lo mejor, lo mejor de todo, fue la increíble comida saludable que preparé. Juan siempre había dicho que lo sano ‘no le llena’ y al final, me tuvo que dar la razón.
Esta semana, me apunto otro tanto. Han sido días intensos, a rebosar de trabajo, reuniones, planes… pero he cumplido todo lo que me propuse, hasta ir a un par de clases de pilates. ¡Y el tiempo se ha mantenido precioso!
Además de haber hecho una buenísima presentación el martes, el miércoles conseguí que Laura probara el tomate frito de Gvtarra en las pizzas que cocinamos. Está acostumbrada a utilizar esos que contienen muchísimos azúcares añadidos, por no hablar de que gran cantidad de esos envases, incluso la propia producción, son muy contaminantes. Y ella siempre me responde que quizá yo lo he tenido fácil porque aprendí a comer verdura, de la mano de mi abuela. En parte es verdad, claro, pero los hábitos se educan. Hay que probar, mejorar. Le llevé un bote de tomate de Gvtarra, y salieron unas pizzas extraordinarias. Le encantaron.
Pero ocurrió algo todavía mejor. Cómo me gusta descubrir cosas maravillosas a la gente que quiero…
El sábado, venían los padres de Juan desde Sevilla para visitarnos. Me avisó hace tiempo, pero con una semana tan intensa, no había encontrado hueco para planificar nada, y pensaba proponerles ir a un restaurante. Pero querían ver la casa, y a Juan le hacía ilusión que comiéramos en la terraza, que está preciosa ahora. Entonces se me ocurrió una idea brillante. En la despensa tenía guardados unos botes de alcachofas de Gvtarra, unos espárragos blancos, y recordé que me habían hablado de que en tempura están increíbles. Así que busqué una receta y solo tuve que seguir las instrucciones, bastaba con las verduras, un poco de harina, huevo y aceite, vaya, lo que tengo siempre en la despensa. Luego, cogí un tomate de Tudela que me trajo mi madre, lo corté en rodajas y lo aliñé con aceite de ajo y sal de escamas. Finalmente, añadí unas pencas rebozadas de Gvtarra que también tenía almacenadas en la despensa. Eso, un buen vino, y quedé genial.
Juan estaba contento, y sus padres más, que querían probar la verdura de Navarra desde hacía tiempo. Pero lo mejor, lo mejor de todo, fue la increíble comida saludable que preparé. Juan siempre había dicho que lo sano ‘no le llena’ y al final, me tuvo que dar la razón.